Nunca recuerdo olvidarte

Esta noche tu recuerdo invadió los muros de mi penitencia, sorprendiéndome pese al esfuerzo por no invocar las imagenes que devoraban mi cordura. Sentí el tacto de tus ávidos dedos delineando las palabras del hechizo sobre los flancos de mi vientre. Anhele entonces la humedad de tus labios apagando la sed de los mios. Batalle quien sabe por cuanto tiempo alejando tales perturbadores deseos de mi mente, pero me fue inútil acallar el fuego que brotaba desde mis entrañas abrazandoramente, como un incendio de verano en un bosque espeso. Mi cuerpo fue evocando tu presencia, reclamando tu tacto, tu calor junto a mi. La insanidad me corroe, la brisa tibia de la cálida noche me susurra tus obsenas palabras al oído. fuera de mi, muerdo mis labios buscando acallar con dolor el intenso sentimiento, sin embargo no logro mas que avivar la pasión.
Mis manos desgarran la almohada y entre espumarajos se me escapa tu nombre en una lengua blasfema mientras mis piernas amasan la dureza de sexo. Una descarga atraviesa mi espalda encendiendo a su paso mis nervios, cada centímetro de mi piel me arde, me quema. Con los ojos firmemente cerrados y los músculos tensos, imagino tu presencia atendiendo la urgencia de alcanzar el placer final, de morir en vida, entregar toda mi energía dentro tuyo. Bastan escasos segundos para que reprimiendo un aullido inhumano la oleada me invada desde la punta de mis pies y cabeza hacia el centro de mi masculinidad. Por un segundo me desvanezco, pero creo sentir tu cuerpo junto a mi, tu aroma, la suavidad de tu piel empapada en transpiración. Entonces la paz me envuelve, luego de que expulsara como un desecho abominable la espesa y caliente ponzoña que tu recuerdo inyecta en mi ser. Al tiempo que aun con los labios temblando murmuro tu nombre como una caricia que se lleva el viento y de mis párpados prietos se escapa una cálida lágrima en tu memoria.