20070207

Miradas frias y corazones ardientes

Pitaba su cigarrillo mientras observaba el paño, anteponiendo el humo cual mágico filtro que codificaba las emociones embebidas en la tela coloreada. Volvía a pitar, ahora mas amargamente, con el ceño fruncido y la ceja izquierda levemente encrispada.
Ella lo miraba nerviosa, con expresión de condenada, revolviéndose la roja maraña con un dedo furtivo. Su sonrisa fue decisiva, a ella el alma le volvió al cuerpo con un impacto que le hizo arquear sus hombros y expirar hondamente.
-Mejoraste bastante...- murmuro como única recompenza el hombre de los ojos de hielo y Malena sabia muy bien lo que significaba todo aquello. Sintió la exitacion encendiendo los fuegos de su cuerpo como los mecheros de una caldera a todo vapor.
Leandro lo noto por el repentino rubor con que se maquillaron sus mejillas. Le correspondió desviando su mirada, para luego recoger su bata y ocultar su inquietante desnudes.
- Le faltan expresión...- exclamo derivando el tema nuevamente lejos de ellos mismos e indicando con un ademán las manchas azules que correspondían a un par de ojos en un rostro más bien parecido a una herida abierta.
Ella no respondió, se guardo bajo llave el secreto de esas luces azules que la perseguían por todo el taller, de esos ojos huidizos al contacto de su mirada, temerosos de que el fuego de sus pupilas casi carmesí pudiera derretirlos. Asintió admitiendo la falla, que no era tal sino que reflejaba el más nítido de sus sentimientos. El de ser despreciada, ignorada, marginada y reprimida por sus miradas sin que la mirasen.
Y otra vez sus pensamientos la llevaban más allá de su cuarto, de la presencia ausente de ese hombre, de oleo que no era más que una nueva declaración de guerra a su maestro. Pensaba solamente, como uno puede hacerlo únicamente cuando siente que su actuar le es ajeno, en dejar de someterse al abuso, a la tortura espiritual que el hombre de los ojos de hielo la sometía clase tras clase, día a día, durante ya mas de un año. Un juego perverso que en principio ella sintió placentero, disfrutaba cada vez que ganaba terreno aun sabiendo cuan pronto lo perdería. el cada vez se volvía mas huidizo pero esclavizado a la vez, casi que no podía evitar desear el tacto de su alumna, la respiración entrecortada de cada vez que el le tomaba la mano para corregir un trazo. Ella se acercaba mas a la muerte con cada rechazo que el le hacia simplemente desviando su mirada. Por momentos deseaba finalmente morir para acabar con tanto sufrimiento, pero un brillo de su voz, una caricia casi inocente o el simple hecho de dudar un instante le avivaba el corazón nuevamente.
Así como el fénix, Malena renacía cada día, creyendo que la próxima vez seria su oportunidad, para luego morir nuevamente bajo el hielo de esos ojos glaciarmente azules. ¿Hasta cuando? ¿Llegaría el momento en que sus fuegos interiores terminarían por derretir el muro de hielo que anteponía su maestro entre ellos o la consumirían en vida?
Malena dejo sus dudas por un instante, para buscar una luz que la guiara, algún prodigio o capricho del destino que derrocara tanto tiempo de represión emocional. Sin embargo el tempano estaba imponiéndose otra vez. Leandro regresaba a su lejano país donde sus hielos eran derretidos por las caricias de otra mujer, despidiendose con un caluroso, en opinión de Malena, agitar de manos.
-Es una señal- Se dijo derrumbandose en su sillón favorito y durante una semana más su corazón seguiría latiendo con la seguridad de que la próxima vez sus palpitaciones cabalgarían juntas mientras sus cuerpos se funden en sudor y delirio

20070205

El cuadro

Hace un mes que los dias se me escurren como granos de arena entre mis dedos, que la noche es igual al dia. El olor a ginebra barata, ron y caña han reemplazado al familiar hedor de los solventes. Y alli yace el lienzo, desnudo, reclamando mis manos, recordandome que el es lo unico que tengo ahora y que de nosotros dos depende la supervivencia.
Prendo un cigarrillo, aspiro el humo que ultimamente es lo unico que llena mi estomago. La garganta resentida por tanto vomitar, me impide disfrutar del unico placer que me queda, el de matarme lentamente.
Acaricio la tela limpia, mientras me siento en el taburete. Ordeno metodicamente los oleos, pincels y carbones sobre la repisa. Cierro los ojos buscando de una imagen, algo que plasmar. Solo llego a percibir el intenso latir de mi nuca, y al agudo dolor que me atraviesa el cerebro desde hace dias.
Algo mariado regreso a la realidad, el humo dibuja fantasmagoricas siluetas entorno al rayo de luz que se filtra por entre las rendijas de la persiana cerrada. Entonces un recuerdo me nubla la mente, empañandome la mirada con lagrimas canallas que no se animan suicidarse contra el piso. Su risa y el perfume de su piel, tras el desenfreno del sexo, su mirada entre el cielo y el infierno.
La chispa recorre mi cuerpo, siento calor en las entrañas nuevamente, y el ardor de mis dedos que lapiz en mano, comienzan exitados a delinear las curvas, trazar la figura, dar vida al paño. Con movimientos febriles, inspirados doy alma al fondo con los colores, tonos ocres, que resalten luego la blancura de su suave piel. Dejo el grueso pincel, y me afano en la tarea de delimitar sus curvas, de recorrer y delinear sus muslos, descendiendo hasta sus delicados pies, que retozan sobre la alfombra.
Doy un trago a la botella de ron que yace frente a la mesa como siempre, y apresuro el trazo. me pierdo en sus caderas, los colores se funden con mis recuerdos, el olor del tiner, se entremescla con mi sudor, transportandome al pasado, a su presencia en mi taller, a la prisa por terminar los trabajos para estar junto a ella.A su cuerpo desnudo cubierto de pintura, sus risas rellenando el vacio de mi vida.
Coloreo sus senos que miran arqueados hacia el cielo, como cerros de gloria divina admirados a la distancia por mis manos que se aventuran a conocer su tersura y turgencia. Luego beso con su pecho, ascendiendo lentamente, surcando sus hombros y el cuello, demorandome en sus valles y en su piel palpitante sobre el desbocado torrente de vida. Su rostro esmascarado en una mueca de absoluto placer, con sus gruesos labios rojos abiertos, dejando escapar gemidos de alivio y sus ojos entre cerrados que filtran la luz que alimenta mi alma y la retienen entre sus pestañas. En su frente perlada de sudor se adivina su goze, se manifiesta su tortuoso placer y la serenidad de su cuerpo.Por ultimo pinto su negro cabello que cae como un manatial bañando su deliciosa espalda como el manto de la noche que se impone sobre nuestras vidas. Extasiado de inspiracin, culmino retocando sus detalles entre apresurados tragos de ron.
Con la vista borroneada pro el alcohol, contemplo el paño para admirar el fruto de la pasion. pero un hondo malestar nace de mis entrañas, un vacio imposible de llenar con nigun otro placer, un abismo insondable y oscuro como sus cabellos( o como sus pensamientos). Las lagrimas ruedan por mis mejillas encendidas en una mezcla extraña de ira y desazon. Me siento como un pendejo que perdido en la playa no encuentra su madre y le echa la culpa a esta de haberle dejado perderse. Me sietno abandonado, dolido e incapaz de encontrar el camino a casa, porque se que no hay ninguna casa donde ella y yo estemos juntos de nuevo. y miro el cuadro, su iamgen, su goce y se que me es ajeno, se que nunca más posara para mi, se que nunca más esa risa alivianara mis pesares. Y me duele como un escarpelo abriendo mis carnes.
Ella ya no me pertenece, la musa me ha abandonado. Descargo lo ultimo que queda de ron sobre el oleo, y lo emabrro con mis manos que con violencia desfiguran la perfecta imagen que hace segundos habia nacido de mi mente.Tan solo quedo una difusa imagen, de tonos empastados...