20071229

El miedo a las palabras

El miedo a veces nos hace huir, correr sin saber bien donde, anhelando hallar un sitio donde cobijarnos y hacer desaparecer esa sensación que hace que todo nuestro cuerpo pierda el control. El miedo a veces paraliza, nos deja temblando con las lagrimas aflorando de nuestros ojos, se apodera de nuestras sensaciones, de nuestra mente y acapara todo lo que puede hacernos más fuertes. Es tan poderoso que puede encerrarnos dentro de nosotros mismos para siempre, o obligarnos a huir eternamente. Se positivamente que la única forma de acabar con ellos es afrontarlos y someternos a la espeluznante tarea de sobrellevar el miedo hasta el limite de la cordura. Hay solo dos resultados posibles, sucumbir a la insanidad o salir de ello mas fuertes.


Cuando niño temía a la oscuridad, divisaba entre las sombras de los objetos cotidianos terribles monstruosidades que acechaban esperando que se quedara dormido para asaltarlo desprevenido, de grande esos monstruos siguieron persiguiéndole, ahora escondidos en las sombras de su propia cabeza. Sin embargo había logrado ocultar sus temores, convertirse en una postura fuerte, como le habían enseñado que un adulto debía ser. De todas formas no hacia mas que seguir huyendo de sus propios miedos sin poder enfrentarlos, por lo que allí estarían siempre. Creía que mientras mas ocupado estuviera, mientras mas rodeado de gente se hallara menos oportunidad tendrían sus demonios de abordarle. Eso funciono algún tiempo.
Yo lo conocí la noche en que la prisión de cristal donde mantenía cautivos a sus miedos comenzaba a resquebrajarle. Vi en su rostro la expresión de un niño atemorizado por una tormenta eléctrica, huía buscando un refugio, unos brazos paternales que lo tomaran y le dijeran que todo iba a estar bien.
Comprendí sin que el lo dijera cual era su situación, bastaron unas pocas palabras salidas de su boca para que me hiciera una buena imagen de todo lo acontecido, sin embargo comencé a tironear de su lengua para que dejara salir todo aquello que envenenaba su razón.
Me contó entonces de la verdadera causa, de la fisura que había hecho peligrar el dique que contenía sus sentimientos y de cómo ella se fue metiendo en él a pesar de todas sus barreras. Como sin su presencia había comenzado a temer de que su cordura finalmente se perdiera para siempre, al mismo tiempo que cuando estaba con ella sentía que no podía controlar sus emociones. Que su sonrisa le conmovía el alma, le hacia tener deseos de llorar y reír al mismo tiempo. Sus ojos eran un inmenso lago donde el se reflejaba y podía atisbar un extenso mundo del que sin poder comprenderlo el quería ser parte.
Esta misma tarde se habían encontrado, el hace tiempo que intentaba dejarla, trataba por todos los medios que ella lo aborreciera, le olvidara, dejara de perseguirle de noche y día en cada momento ya sea conciente o inconscientemente. El había tomado su mano, mirado a sus ojos y no podía decir ninguna otra palabra que aquella que el tanto temía. Esa palabra que creía seria el principio del fin, era una de esas que tienen la fuerza de destruir todo lo bello, de hacer que la vida se marchite y la alegría se extinga para siempre en el mundo.
No me lo dije pero supe que ya había pasado por ello, lo veía en la forma en que le latía una vena en sus párpados. Pero el sabia que quizás ya fuera demasiado tarde, que posiblemente ya nunca más pudiera encontrar alguien como ella que conmoviera sus sentimientos de esa forma que parece una tortura pero que es tan placentero.
Con su mano entre las suyas se quedo allí mirándola a los ojos, intentando decir alguna cosa graciosa para romper el encanto de aquel momento, pero sus cuerdas vocales no le respondían, en su mente solo aquello venia en su respuesta. El labio le temblaba y una lagrima dulce salió del lagrimal izquierdo, resbalo por su mejilla y se estrello en la mesa. Entonces se levanto de un salto y salió corriendo, ella se quedo muda, temblando sin poder comprender absolutamente nada.
Mientras corría ajeno a todo, como si de ello dependiera su vida, una y otra vez acudía a su mente aquellos ojos, esa boca que escondía sonrisas y besos, su aroma que lo envolvía de esa manera tan dulce transportándolo a un lugar donde el tiempo jamás transcurría y los problemas se disolvían en la nada. Y los monstruos bulleron en su interior, seguía corriendo, sin embargo su mente se detuvo en aquel instante y una y otra vez se repetía esa escena. Imaginó que las palabras salían de su boca que ella sonreía y lo besaba, que la vida continuaba como siempre, pero que con el correr del tiempo sus sonrisas se convertían en gritos, llantos, reproches. Entonces la vida se convertía en pesadilla. Luego volvía a aquella mesa con sus manos entrelazadas y el diciendo aquellas trágicas palabras para luego ser abrazado por ella, otra vez la vida siendo de maravillas, vio cuando juntos se mudaban a un humilde departamento, como sus vidas se volvían una sola, como cada proyecto era llevado acabo, hasta esa trágica tarde en que el regreso demasiado temprano de la oficina y la descubrió en aquella cama que habían escogido y cargado juntos, con otro hombre que no era el, que jamás había estado en sus proyectos. Volvió entonces a la escena de la palabra, el beso y la felicidad de los primeros días pero ahora todo termino en noches de ebriedad escapando al monotonía de cada noche en su hogar, buscando recuperar el brillo de los días perdidos en brazos de jóvenes promesas.
Así estuvo regresando una y otra vez hasta que sus pasos lo condujeron, como me ocurriera en una lejana noche a mi mismo, hasta el bar de los rufianes melancólicos. Seguía repitiendo todo en su afiebrada cabeza mientras se sentaba y pedía lo mas fuerte que el vasco pudiera darle de beber. Buscaba apagar aquellas imágenes, detener el tiempo para siempre, lograr que su mente dejara de atormentarlo. Fue entonces cuando lo aborde, oyéndolo hablarse a si mismo, sudando a causa del miedo que todo aquello le provocaba.
Una vez unidas todas las piezas del rompecabezas le mire a los ojos y le dije:
- Usted huye de fantasmas, esta atrapado entre el pasado y el futuro porque teme a su presente. No importe lo que suceda la única forma de detener su tormento es afrontar sus temores, deje que su cuerpo le guié en el camino que debe transitar.
No existe una sola palabra con un poder tal como el que usted cree, solo las acciones son las verdaderamente importantes. Créame amigo, no importa lo que el futuro le depare lo único que vale la pena es el ahora, hay una persona que esta esperándolo. No deje que su mundo se destruya con su ausencia.
Me sentí absurdo diciéndole aquellas cosas, no se que impulso me llevo a creerme capaz de poder aconsejarlo. Quizás es porque había pasado alguna vez por todo aquello, porque la historia que me encontraba escribiendo por entonces me había demostrado que hay ciertas ocasiones en que el destino nos pone una gran oportunidad delante de los ojos, o porque por fin me hallaba cerca de terminar con la maldición.
Lo cierto es que el se levanto, y se marcho. Supuse que iría al encuentro de aquella mujer y le diría finalmente le diría cuanto la amaba. Posiblemente la historia no tuviera un hermoso final, pero eso ya no me incumbía, después de todo aquella escapaba a mis propios conocimientos.