20070331

Dias de borrasca



LLueve...
Llueve sobre la ciudad, llueve sin apenas dar un respiro. Y el paisaje se torna gris, humedo, sofocante por momentos, aliviador en otros. Y veo la lluvia caer desde detras de la ventana y me resulta hermosa, el ruido de las gotas golpeando el vidrio, el resplandor de los relampagos. Y salgo ala calle a pelear al vida, a enfrentarme con esa marea de gentes sin cara, que estan peleados con lsa vida misma, que solo quieren llegar a algun lugar pero que no saben si esa sera su meta final. Y yo soy un poco como ellos, pero no me permito caer totalmente en la voragine. Y la lluvia me ayuda, la lluvia que cae sobre mi cabeza empapando mis ahora cortos pelos, que baja de mi frente por mis ojos hasta mi boca y la saboreo. La lluvia que hace que mis ropas se vuelvan pesadas y mis cargas mucho mas molesta, entonces ella me hace entender que todo eso no es necesario, que algun dia en algun lugar dejare que la lluvia caiga sobre mi tranquilamente y la bebere, y el ritual entonces estara completo. Pero mientras tanto sigo adelante y sacudo mi cabeza como un perro mojado y miro hacia el cielo que ya ahce tiempo que no trae la tristeza a mi ser. La tristeza no esta en el cielo, sino en la tierra, la tierra que mis pies no logran tocar, la tierra que esta abarrotada de seres que han perdido todo nexo con ella. Y eso viene a hacer la lluvia, a recordarnos que todo es un ciclo, que no somos mas que hijos de nuestra propia tierra porque todo comenzo asi, y todo terminara ahi. A eso no hay nada que nos haga escapar, del polvo venimos y al polvo vamos...
Y apoyo la cabeza sobre la ventanilla de un colectivo que me hara llegar siempre tarde a un sitio que no quiero ir pero que debo ir. la lluvia dibuja senderos, rios que viajan hacia su destino final y el ruido de su golpeteo me induce a un sueño, un sueño tranquilo y relajante, y ahora se que no importa donde valla y cuanto viaje, siempre estara la lluvia para no dejar que olvide de donde vengo y hacia donde debo ir.

Los que pierden en silencio

Dicen que muchas veces no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, sin embargo no se puede perder lo que no se sabe que se tiene. Hay personas que prefieren nunca tener nada por temor a perderlo, otros simplemente se la pasan perdiendo.
Alejandro era uno de estos, su desenfado hacia la vida y su don de dejar pasar las cosas eran su único nexo con la realidad. Nunca quiso hablar gran cosa de su pasado, nunca lo hubiera hecho. Su destrucción fue ver su vida en el espejo, la muerte fue solo un consuelo para tanto dolor.
Diana sin embargo o dejaba de luchar, ganar alguna vez era su único anhelo. Hacia rato que no podía comprar su pasaje al cielo, pero no se dejaría arrastrar hasta el infierno. Yo la conocí una noche en que sumochila ya no cabina mas sueños, esa noche ella conoció a Alejandro y yo simplemente fui un espectador en secreto.
Siempre quise advertirles que los astros no auguraban nada bueno, que sus destinos no estaban predestinados a unirse, si no auto destruirse. Nunca lograron amarse, solo compartir sus momentos, pero en ese breve periodo lograron ser tan felices como dos seres oscuros pueden serlo. No me atreví a privarlos de eso.
Dos mariposas nocturnas tratando de huirle al invierno, la luna, místico confidente resguardo
sus secretos pero la luz que despierta el pensamiento consumió su cordura en un violento incendio.
Estaba ahí cuando él harto ya de estar harto, le pidió que le trajera el silencio a su alma. Llorando entre sus piernas suplico que detuviera el motor que daba vida a sus pesadillas durante todo el día. ella no hizo mas que asustarse y gritarle con furia que nada podía hacer con sus lamentos. Habría querido salvarlo regresandolo a su propia matriz, protegiéndolo con su propia vida, pero el ya la odiaba por haberle enseñado sus miedos.
Aun hoy la culpa me corroe por dentro, pues debí entrar en ese momento, así quizá nunca ninguno de los tres hubiera sufrido lo que se avecinaria.Pero Diana nunca me dejo ser mas que un espectador en secreto.
Entonces sollozando Alejandro vomito todo lo que la impotencia hacia nacer en su cerebro. No soporto más beber ese amargo remedio que lo llevaría a ser lo que siempre temió convertirse. Esa metamorfosis que evito desde el día en que emprendió que el mundo no tenia un lugar para personas como él. Y trató de calmarla diciéndole que solo quería apagar los ruidos que los atormentaban por dentro.
Ella grito pero el estallido consumió todo intento. El silencio envolvió la escena como el manto que cubre los cuerpos de los muertos.
Cobardemente decidí entonces entrar para brindar mi consuelo, pero era tarde para mi y también para ellos, sus ojos estaban ciegos, sus oído necios y su voz se había ido con el viento.