El creia que la vida le habia mostrado todo lo que podia aprender. La calle no tenia misterios desde poco tiempo de nacer. Masticaba las horas sin tener que esperar, ya no habia trenes que ansiara tomar. Su casa estaba justo ahi, en cualquier lugar. Nadie lo esperaba, nada debia pasar.
No tenia dios ni religion, ni algo que lo atara al resto de los que veia pasar, nadie supo jamas su apellido, ni el historial de su pasar. En el bar solo era uno más, pero yo intuia que en él habia algo más, como en todos los demas.
LLovia intensamente y la humedad era parte del menu en aquel lugar. Levante la vista en busca de la gotera que me bombardeaba como algo personal. Estaba ahi, de pie junto a mi silla. La lluvia venia con él, al parecer era mi nube personal.
Hizo una mueca que entendi como un saludo y corriendo mis cosas lo invite a tomar su lugar. Alrededor nuestro la presión se elevo un poco más, el aire se hizo mas denso, una tormenta peor amenazaba con estallar. Jamas fui muy creyente pero si lo hubiera sido creeria que el diablo en persona estaba a punto de confesarme su mal.
Se lo veia mal, aunque nunca habia lucido demasiado bien. Sus ojeras le daban un aspecto espectral a sus faroles azules que se asomaban desde el pozo de sus cuencas, las espesas cejas negras eran tenebrosos cumulosnimbus que cargaban un hondo pesar. El cuadro terminaba regenteado por su afilada nariz con sus quebradas ala altura del tabique, simbolo inconfudible que no le faltaban roces belicosos.
Mi inspeccion duro un largo rato, el se demoro en dejar los despojos de su alma junto a su pesado cuerpo en la silla contigua. Si cobrara algo por esto podria decir que mi cliente no queria comenzar el ritual. Esta era la primera vez que una historia caia en mis manos por propia voluntad, me sentia un detective de las peliculas de los 50.
-Usted no pertenece aca- escupió sin presentacion previa ni entrada en calor. Yo me quede duro, en mi barrio eso terminaba en pelea y nunca fui de los que se metieran en cosas que no dejaran un grato recuerdo. Amague con levantarme entonces agrego escueto.
-No es como los demas, no tiene una historia que contar- Respire aliviado. Sus ojos, si eso fuera posible, se cristalizaron al punto de querer dar a luz sus primeras lagrimas en años. No quise entrar en detalles, aunque desde dentro surgio una violenta arcada de recuerdos pugnando por tener su anhelada paz. Me limite a mirarlo clo mas francamente que me era posible y despues de un rato continuo.
-Yo tengo algo que quiero que escriba. Si, todos aca sabemos a que viene usted, le decimos el cronista de los perdidos. - Confeso y en lo hondo de mi ser algo brillo, tanto tiempo poniendo nombres a los personajes que desfilan por las mesas del antro que yo llamo el bar de los rufianes melancolicos y ahora resultaba que ellos habian bautizado mi existencia en aquel lugar.
-Quiero que usted la registre. Es una historia sin final, parte ed su tarea sera ver como tiene que terminar.-
Abri los ojos grandes, sentia que estaba frente a una montaña y de golpe esta decidia ponerse a cantar. Nunca interprete su ultima frase, mis dedos estaban inquietos, saboreaba lo que se iba a venir.
hice señas al vazco, el acohol siempre ayuda a contar las peores cosas. Cuando trajeron el vino amablemente le dije:
- estoy listo, puede comenzar-
No hay comentarios.:
Publicar un comentario