20081226

Montando la ola (Rinding the wave)

Corría por las calles oscuras, nervioso y transpirado. Sabia que las agujas del reloj avanzaban mucho más aprisa que sus propios pasos, el lugar al que quería llegar se alzaba misterioso no muy lejos de allí, sin embargo su ubicación le era en estos momentos desconocida, culpa en parte de su eterno apresuramiento (la mala costumbre de siempre pensar donde se debe estar sin pararse a pensar donde se esta parado) y también por su propio nerviosismo que le jugaba en contra a su memoria.
De todas formas sabia que al dar con el edificio lo sabría reconocer, como esas cosas que se saben pero es imposible hallar algún fundamento.
Y así fue que sucedió, desde la esquina contraria supo que era el lugar, aun sin leer los carteles que lo anunciaban. La iglesia bajo el oscuro manto del anochecer, refugiada de las luces del alumbrado publico por un bosquecillo de arboles tupidos, poseía un perfil lúgubre y al mismo tiempo mágico.
Al cruzar la pesada doble puerta de madera su ser fue sacudido desde lugares físicamente inexistentes. El tiempo acuso toda su relatividad en un fenómeno singular que obraría mágicamente en su vida.
Jamas había oído su voz, jamas había visto su rostro, solo eran el uno del otro lejanos conocidos, sus vidas eran hasta entonces dos calles paralelas que únicamente pudiesen unirse en un punto ubicado en el infinito.
El choque exteriormente fue imperceptible, pero por dentro fue como un vendaval en el medio del océano. Con su voz retumbado por cada fibra nerviosa de su cuerpo, dio los siguientes pasos que duraron lo suficiente como para que en el lapso su ser recibiera toda la energía que las palabras de su desconocido canto liberaba al mundo. El cansancio, los nervios e incluso su propia presencia en aquel lugar perdieron todo significado. Las gradas repletas de personas ataviadas formalmente y el resto de personas que conformaban el coro pasaron a ser solo el paisaje adornando la existencia que proveía la fuerza que desde tiempos inmemorables mantenía al mundo girando.
Se quedo allí de pie escuchando el canto de aquella muchacha que para miles quizás no seria más que armónico y bello, sin embargo para él había sido una llave que abrió en ese momento el sello de los misterios de la vida, dejando en libertad un abanico de infinitas posibilidades.
No fue más que el principio, solo fue el catalizador que proveyo la energía necesaria para que el prodigio comenzara a gestarse. Desde ese momento el amo esa energía y la sensacion del la ola sonora impactando contra su pecho. El camino aun seria largo y sinuoso como en cualquier aventura que merezca ser vivida, sin embargo supo que aun sin entender la razón había nacido para vivir eso.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Me vas a hacer llorar :) Como el sabado pasado XD

Anónimo dijo...

no, si vos escribiste eso, sos un genio literario, nobel de literatura...

quiero más!!!