Los rituales son sucesiones más o menos metódicas de acciones predeterminadas, con el tiempo muchos de ellos se vuelven parte de nosotros mismos de una forma que jamás logramos comprenderlos como tales. La liturgia se rodea de cierta mística, invocando a la magia no de forma azarosa, pues es de esta forma en que en los albores de la humanidad las cosas se llevaban a cabo. “Los ritos son necesarios” le dijo el zorro al principito refiriéndose a que en nuestra vida necesitamos cierta repetición de pasos, cierta familiarización para proceder. La rutina diaria es en esencia un ritual pese a que mayormente se vuelva tediosa y monótona, la consecución de las actividades repetitivas nos ayuda a acostumbrarnos y aprender, lo importante es quizá resignificar cada una de nuestras acciones.
El amor es el resultado de un ritual, de la domesticación y como toda ceremonia adquiere algo de magia. Dicen los que creen, que si uno lleva correctamente acabo el ritual, el hechizo dura para siempre, en la practica es difícil de comprobar, porque aun cuando he conocido amores duraderos, jamás he conocido nadie que viva eternamente. Sin embargo he de decir que es muy posible que para algunas personas, para quienes el tiempo no es más que un concepto, la eternidad fuera posible.
Ese año tuvo el otoño e invierno más soleados hasta la fecha, o al menos así era para él. El brillo esmeralda fue fusionándose con la llama de su pecho, haciendo que todo adquiriera un nuevo color. Por un tiempo cuanto tenia cobro más sentido, intento contagiar su entusiasmo a todo lo que le rodeaba, pero hay cuerpos opacos a los que les cuesta brillar. Y así ocurrió con Carolina, quien comenzó a mengua en el cielo ficticio de sus pensamientos, o más bien caberia decir que palideció frente ala estrella esmeralda que iluminaba su senda.
Ahora bien, Melina se convirtió en un viento de cambio, no porque ella se lo propusiera, sino porque le dio la fuerza suficiente como para creer en si mismo. Se convirtió en un cristal por el cual el mundo se veía distinto y él dejo de esconderse del mundo, dejo de desestimar lo que dictaba su propio sentir, entonces poco a poco la vida que llevaba hasta entonces le sabio a poco, y en su aventura de crecer encontrase con que había muchos equipajes que debían quedarse en el camino. Pero también el desenvolver su verdadero ser provoco sacar las telarañas que ocultaban heridas olvidadas. Guadalupe volvió a estar presente en su mente en cada momento, y el dolor del amor perdido nublo su capacidad de encontrar la verdad.
Solo cuando estaban juntos el encontraba la paz necesaria como para poder usar sus energías en avanzar un paso más. Por fortuna ella encontraba también un refugio entre sus palabras. Así comenzó el rito, donde sus almas fueron compartiéndose y sus seres volviéndose un poco más completos. Cada cosa fue tomado nuevos significados y entre ambos entretejieron un mundo solo comprensible para ellos, pero que estaban dispuestos a dar a conocer a aquellos que lo quisieran. Poco a poco sus mundos fueron fusionándose, pero lentamente sin prisas, dejando que la vida fluyera, que cada cosa llegara en su momento, así siempre lo decía ella: “hay un espacio y un tiempo para cada cosa” y eso se convirtió en un dogma para él.
Por entonces el comprendió que era el tiempo de retomar las riendas de su vida, de afrontar sus problemas y buscar el sentido de cada cosa. Entonces comenzó a desarmar el castillo de naipes. La primer carta en caer fue el as de corazones, su esposa Carolina.
Hace tiempo que entre ellos nada funcionaba, ambos escapaban en silencios, se refugiaban en la sombra de Elías, el retoño que su supuesto amor había engendrado. Pero entonces, el salio a buscarla, primero intentando hacerla parte de su mundo, compartiendo su nuevo ser, su felicidad y sus anhelos para el futuro. Pero para Carolina los cambios significaban miedos, crecer una maldición y el mundo algo tan lejano que no deseaba verlo. Era una princesa de cuento y él debía ser su príncipe eternamente dispuesto a rescatarla, servirle y adorarla sin alteración alguna, jamás había comprendido que los cuentos de hadas son cuentos inconclusos cuyo final incierto y muchas veces no tan feliz, no nos fue develado con la finalidad de no traumar nuestra infancia.
Entonces él con todo el dolor que significa un fracaso tan grande como darse cuenta que uno se ha mentido durante tanto tiempo, y que la persona que creyó era su amor, no era más que una carta carente de significado, que solo servia para construir una torre de naipes que lo alejara de su tristeza. Pero tenia la fuerza y la paz que le daba día a día, en cada charla, en cada sonrisa, en cada abrazo que recibía de Melina y entonces le dijo la verdad a su esposa, le dijo que la vida era mucho más que tener una casa, que almorzar cada domingo en casa de sus suegros y poblar las paredes del living con fotos de una familia feliz. Le dijo lo que el esperaba de ella, lo que quería que ella comprendiera y sobre todo le dijo que solo podía amarla si ella estaba dispuesta a emprender su mismo camino. Aquella tarde, aquel domingo fatídico, Carolina uso la única herramienta que tenia para evitar que la vida real intentara irrumpir en su cuento de hadas. Se perdió en el misterioso mundo de las lagrimas, y amenazo con matarse si el la dejaba. El se encontró ante su primer encrucijada en la senda de su crecimiento y necesito toda la fuerza y la paz, por lo que acudió a Melina.
Lo que sucedió entonces no fue culpa de sus miedos a afrontar la soledad, ni el resultado de meses de abstinencia, sino más bien el resultado de dejarse llevar por primera vez por lo que dictaba su alma. Aquella noche, que aunque le costo admitirlo cambio su vida para siempre. Los astros estaban alineados correctamente, los elementos se había confabulado y los emisarios del destino ya no necesitaban empujar más sus senderos, pues hace tiempo que eran uno. Sin comprenderlo, sin esperarlo, sin buscarlo sus seres se fundieron en uno solo, como parte de un ritual que habían comenzado hace mucho tiempo atrás, más allá de sus recuerdos y sus vivencias actuales. Desde los tiempos antiguos, donde según la leyenda de Platón las ánimas se separaron en dos seres que se buscarían por la eternidad. Sus cuerpos encajaron perfectamente, sus esencias se acoplaron en una sola.
Pero el miedo, la culpa y otros falsos sentimientos que los seres sociales padecemos nos les permitió comprender lo que verdaderamente ocurrió. Sin embargo contra sus propios temores, su relación siguió creciendo, el ritual continuo realizándose, ya sin necesidad de la intervención del destino. Porque para quien ha conocido la plenitud de su ser, no existe otro anhelo que regresar a ese estado. De todas formas el camino aun depararía muchos más obstáculos antes de que ellos volvieran a ser uno definitivamente, más el hechizo ya había sido elaborado y no habría fuerza dentro de este mundo que lograra romperlo.
1 comentario:
Estimado señor Elías:
¡¡¡Los condenados tiempos verbales!!! Existe una confusión con los individuos… Melina (¿?), Carolina, Guadalupe. Orden por favor…mas acentos y también alguna que otra coma.
La historia me encanto, tendría que leer la totalidad para encontrar una línea de sentido uniforme. Pero es buena (tenes que leer, tenes que leer, tenes que leer…tenes que leer)
Si no me equivoco debo estar justamente en la encrucijada de la historia. Por eso esa sensación de desconcierto. Apuesto 10 mangos a que estas pensando en terminarla dentro de tres o cuatro episodios mas… Intuición de editora. Dígame si perdí el dinero (sea honesto).
Saludos cordiales,
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