Cuando tenia alrededor de 10 años, pase una larga temporada de encierro por problemas de salud. Los primeros dias no hice más que vomitar y dormir, intercalando con sueños febriles, pero a la semana ya me sentia mejor. Sin embargo, los doctores no daban con el diagnostico de mi problema por lo que tenia que seguir en reposo y continuar la dieta de pollo hervido, caldo de verdura y pure de zapallo.
Aquella cuarentena se fue tan solo dejandome el primer acercamiento a la genetica, hasta el dia de hoy, casi lo habia olvidado. Pero lo que más recuerdo de entonces, eran las horas de diversión que pasaba recostado en mi cama ( la de arriba de una marinera, que aun hoy perdura en mi nueva vida transmitiendo mis miedos infantiles a otra persona de imaginacion febril) contemplando el mundo por la ventana. Veia a mis amigos jugando a la mancha, andar en bicicleta, disfrutando de su libertad. Pese a eso no me sentia triste, ni envidioso. Porque mi juego era distinto; yo jugaba con ellos tambien, adivinando sus palabras, inventando las historias de los desconocidos, riendome desde lo lejos pero con ellos.
Ahora, recordando esto, comprendo que fue entonces cuando mi vida se definio. Cuando por eleccion o destino comence a vivir detras de la ventana
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