Con la misma fuerza en que me atrae,
la indomita pujanza que gobierna mi ser.
Así en el cielo lleno de las infinitas posibilidades convertidas en estrellas,
como en la oscuridad de la nada que sentimos colmarnos en esos momentos.
Una mano calida, la sonrisa sincera, el latir de la vida junto a mi pecho.
Con el sentido de todas las cosas que importan,
la nausea del absurdo sobre cada palabra vertida.
Brillando en el cielo lejano donde esa risa resuena para siempre,
borbotando en la negra brea que hierve en las sucias entrañas.
El afilado cuchillo, reluciente pureza, el calor de la vida yaciendo en el lecho.
Cruce el puente solo para verte alli, sempiterna.
Viaje la distancia del tiempo, atravesando las arenas.
zozobrando en el mar de granito y pulido espejo.
cuanto tiempo es suficiente cuando para siempre parece un suspiro?
20180916
20180624
La última puerta
Llegue a ella sin saber cómo, luego de años de ceguera donde creía haber alcanzado la iluminación. Me pensaba libre de candados, secretos y muros a mi alrededor. Sin embargo más pronto que tarde las primeras paredes de espinas se alzaron entorno a nosotros, encerrándome sin saberlo en un laberinto espiral infinito que me absorbió en su interior sin que pudiera ya entonces determinar mi ausencia de libertad. No sabía hace cuanto tiempo que ella tenía la llave, no sólo del cofre escondido en el último resquicio de aquel amurallado e impenetrable recinto imaginario, sino también de mis propias cadenas que me aferraban a ese laberinto.
El tiempo pasó y de la mano deambulamos, yo creyéndome libre y ella intuyendo los bordes de mi propio encierro, hasta que entonces luego de años de vagar y habiendo olvidado ya aquel ansiado tesoro, ella abrió la caja de Pandora.
Desató los peores miedos, el dolor y el llanto. Se escaparon de su encierro los monstruos que me había enfrentado, así como también sueños que jamás había osado siquiera atisbar en mi mente. Ella sin embargo tomándome de la mano, señaló el fondo de aquella caja vacía y me dijo:
-No todo está perdido, la esperanza que has guardado todo este tiempo aún está allí, anhelante. Quizá sea hora de empezar de nuevo.
Descarnado por los terrores, temblando por el frío de las más crudas verdades la mire a los ojos y la esperanza brillo en ellos como en los míos. Sonreí secándome las lagrimas con el dorso de una mano áspera y torpe.
-No sabía cuánto tiempo había esperado por esto, debí entenderlo desde el primer momento en que nos encontramos.
- Yo si lo entendí y lo supe todo este tiempo, por eso he esperado este mismo instante con toda paciencia.- me dijo ella devolviendo la sonrisa y abrazando los despojos de cuerpo que aún quedaban aferrados a mi existencia.
El tiempo pasó y de la mano deambulamos, yo creyéndome libre y ella intuyendo los bordes de mi propio encierro, hasta que entonces luego de años de vagar y habiendo olvidado ya aquel ansiado tesoro, ella abrió la caja de Pandora.
Desató los peores miedos, el dolor y el llanto. Se escaparon de su encierro los monstruos que me había enfrentado, así como también sueños que jamás había osado siquiera atisbar en mi mente. Ella sin embargo tomándome de la mano, señaló el fondo de aquella caja vacía y me dijo:
-No todo está perdido, la esperanza que has guardado todo este tiempo aún está allí, anhelante. Quizá sea hora de empezar de nuevo.
Descarnado por los terrores, temblando por el frío de las más crudas verdades la mire a los ojos y la esperanza brillo en ellos como en los míos. Sonreí secándome las lagrimas con el dorso de una mano áspera y torpe.
-No sabía cuánto tiempo había esperado por esto, debí entenderlo desde el primer momento en que nos encontramos.
- Yo si lo entendí y lo supe todo este tiempo, por eso he esperado este mismo instante con toda paciencia.- me dijo ella devolviendo la sonrisa y abrazando los despojos de cuerpo que aún quedaban aferrados a mi existencia.
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